Su destino era el cielo.
Dia brillante, sin nubes, los once vehiculos a más de 80 km por hora salieron de la ruta asfaltada y se internaron en un camino de tierra, en el cual rápidamente nació una larga estela de polvo. Era el 10 de febrero de 1970, zona: Coronel Brandsen, una localidad a casi 100 km de la Capital Federal. Finalmente una tranquera abierta y más allá, extendiéndose hasta donde la vista alcanzaba, una verde y suave planicie, surcada de alambradas y algunas vacas de triste mirada. Sólo algo insólito quebraba la tranquilidad y quietud del lugar: dos dedos metálicos apuntando al firmamento.
Dos rampas de brillantes colores, en una de ellas se posaba un estilizado cohete sonda. A pocos metros una casamata emergía de la tierra seca y varias figuras vestidas de blanco se movían presurosas. Era el motivo por el cual 2001 se encontraha en el lugar, presenciar el experimento de mayor envergadura realizado por el ICTE, la sigla que identifica al Instituto Civil de Tecnología Espacial, una organización privada de jóvenes pioneros de la incipiente astronáutica de nuestro país.
Luego las explicaciones a los pocos periodistas e invitados presentes: el proyectil totalmente fabricado con materiales argentinos, su carga util electrónica (un diseño de avanzada, equipos de tierra, antenas de rastreo, etc. Pero el principal atractivo de la prueba era "Cleopatra" un pequeño mono hembra de sólo un kilo y medio de peso. El motivo: comprobar sus reacciones durante el vuelo y transmitir datos sobre ritmo cardíaco y respiratorio, además, del comportamiento general.
"Cleo" fue colocada en su asiento anatómico y una vez puestos los sensores introducidos en su cápsula "Centella" algo asi como una nave Apolo de minúsculo tamaño. Luego el ensamble final del cohete con sus dos paracaídas, equipos de telemetría y control. Eran las 10,15 horas cuando la cuenta regresiva Ilegó a su fin. Con una cola de Ilamas de más de diez metros de longitud el móvil se elevó vertiginosamente hacia 25 Km de altura. Blanca estela de humo, el sonido que se pierde en lo alto, y luego el mismo proyectil aeroespacial. Silencio, espera, tensión, en tierra el bip-bip de las ondas emergiendo de los receptores. Finalmente alguien que grita: Ahi está! Ahi viene! Un puntito que se agiganta, un disco rojo que se abre para luego inmediatamente plegarse y ser arrastrado por los vientos. Y veloz como una saeta, algo que cae y zumba como esos Stukas que hemos visto en las películas sobre la última guerra. Después duda que luego dolorosamente se confirma.
El paracaídas correspondiente a la cápsula ha fallado, se ha roto su amarre de sujección. El micro "astronave" ha caído junto con su impulsor y con ella una pequeña e inconsciente mártir de la tecnología.
Cleopatra, la mona del norte argentino con vocación de astronauta, la que unos muchachos enamorados de la ciencia le habían fijado un destino de cielo yace a dos metros de profundidad junto a un cohete de 110 kgs. de peso. En ese instante y para siempre ingresa en el recuerdo de los jóvenes técnicos del ICTE.
Pero quienes son estos "fanáticos del espacio" que dedican sus horas y esfuerzos a esta clase Je estudios sin ninguna retribución económica? Creemos adivinar que en ellos sobrevive el espíritu de Konstantin Tziolkovski, Robert Goddart , Esnault Pelterie, Herman Oberth , Von Karmann , Sander , Riedel , WiIly Ley y otros. Sabemos que piensan como W. Von Braun que la astronáutica es mucho más que un nuevo mercado de sueldos, prebendas y negocios para grandes empresas; que es el nacimiento de una Nueva Era, de un Nuevo Orden y de un Hombre Cósmico. Por ello esperamos la próxima experiencia.
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